Por qué el oeste del Gran Tucumán necesita una autopista

El Camino del Perú (ruta N°315) es hoy un pandemónium. Camiones, ómnibus, camionetas, autos, motos, bicicletas, grupos de bikers, carros, caballos, perros y vecinos transitan como pueden por esa ruta provincial de dos carriles y sin veredas devenida en avenida (que une Yerba Buena, Tafí Viejo y la Capital).

Los barrios cerrados y abiertos que han ido apareciendo en los últimos años le aportan un flujo vehicular cada vez más intenso. Y ni hablar del tránsito rural. Claramente, en el oeste del gran Tucumán urge un plan integral de crecimiento urbano. Un plan que proteja el cerro y que prevea obras de infraestructura, tanto viales como hídricas.

Los intendentes de Yerba Buena y de Tafí Viejo hemos hablado varias veces de la necesidad de una autopista de Circunvalación Oeste. Y desde Yerba Buena y durante mi intendencia, puntualmente, pavimentamos la continuidad de la avenida Fanzolato para que sea un enlace con el Camino del Perú.

De hecho, el departamento de Planeamiento de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) propusó en 2022 que en Yerba Buena, a continuación de la avenida Fanzolato, se utilicen unos terrenos privados, sin urbanización, que permitirían extender por allí una vía de alta velocidad que se podría conectar con la ruta nacional N°9. Esto posibilitaría enlazar el Camino del Perú  y la Diagonal Lechesi con la ruta N°9. Asimismo, se brindaría una conexión de mayor fluidez entre Yerba Buena y Tafí Viejo.

Tenemos que hacerlo. Tenemos que ponernos el objetivo de transformar todo el oeste. En primer lugar, hace falta una planificación integral. En segundo, decisión política. Y por último, se necesitan lineamientos en ordenamiento territorial. Las ciudades deben repensarse: acortar distancias y favorecer la movilidad activa. Necesitan una mirada metropolitana, no municipal. Con humildad y con coraje, los gobiernos debemos mejorar la vida de los tucumanos.